Cuando hablamos de aceptación en el contexto de la terapia de pareja, distamos de referirnos a someternos a nuestra pareja, o a perder las esperanzas sobre posibles cambios. Nos referimos, antes bien, a abrazar aquellos comportamientos de nuestra pareja que nos resultan molestos, comprendiendo su significado, pues cada persona tiene una historia de vida diferente, lo que determina que respondamos de forma distinta a la misma situación. Así mismo, implica renunciar a la lucha por cambiar al otro, abandonando “la pelea para modelar a la pareja en dirección a la imagen idealizada que uno posee” (Jorge Barraca, Terapia Integral de Pareja, capítulo 3.2). No es la finalidad de esta entrada ahondar en los procesos que posibilitan la aceptación hacia nuestra pareja (de esto hablaremos en entradas posteriores, pues la finalidad de esta entrada esta entrada es otra). Hay veces que, debido a la gravedad y persistencia de las problemáticas, es difícil promover la aceptación dentro del contexto terapéutico. En casos así, el terapeuta pasa de enfocarse en incrementar la aceptación mutua, a centrarse en aumentar la tolerancia hacia los comportamientos que desencadenan las discusiones en la pareja.
En este punto, lector, tal vez estés pensando lo siguiente: ¿debo tolerar todo aquello que mi pareja hace? La respuesta es no. Hay situaciones que atentan contra nuestra seguridad o la seguridad de nuestro hogar, como la violencia doméstica o el abuso sexual. Los procesos de aumento de tolerancia no están diseñados para tolerar TODAS las malas decisiones o conductas de nuestra pareja, sino para lidiar de mejor manera con aquellas conductas que no son destructivas y, además, que son muy difíciles de modificar* (Sona Dimidjian, Christopher R. Martell & Andrew Christensen, Integrative Behavioral Couple Therapy. En Alan S. Gurman, Clinical Handbook of Couple Therapy).
Aclarado lo anterior, es momento de ahondar en el tema. La intervención en el incremento de la tolerancia, tiene como objetivo que las parejas abandonen sus intentos infructuosos de cambiar al otro. Este tipo de intervención es utilizada con problemáticas que, a consideración del terapeuta, tienen poca probabilidad de fungir como un vehículo para aumentar la intimidad de la pareja (porque sí, lector, los problemas pueden ser una vía para incrementar la intimidad con nuestras parejas). Ilustraremos lo anterior con un ejemplo:
Conocí a Juan y Marta (los nombres han sido cambiados para conservar el anonimato) hace un par de meses. Se conocían desde hacía 4 años, y se casaron un par de meses antes de iniciar el confinamiento. Los problemas se desencadenaron al estar ambos laborando desde casa. El tiempo que pasaban bajo un mismo espacio, aumentó. Situación que, sin duda alguna, desencadenó problemáticas a más de una pareja durante el confinamiento. Llegaron a consulta tensos. El hartazgo reflejado en sus rostros revelaba lo cansados que ambos estaban de los problemas. Sin embargo, ambos estaban de acuerdo en algo: sentían que eran exigidos constantemente. Marta demandaba de Juan más afecto. Durante la primera sesión mencionó, una y otra vez, que la prioridad de Juan era el trabajo; que no vivía más que para trabajar. Por su parte, Juan acusaba constantemente a Marta de no ser empática, de ser una egoísta incapaz de comprenderla. ¿Cuál era el resultado? Ambos habían caído en un ciclo donde había de todo: exigencias de cambio, falta de empatía, amenazas, etc. Había de todo menos una unión entre ambos para afrontar el problema.
Lo anterior no nos es extraño a los terapeutas de pareja. Es común que las parejas que acuden a terapia caigan en este tipo de ciclos donde la coerción, el castigo y el vilipendio están a la orden del día. Este tipo de comportamientos se mantienen por su eficacia a corto plazo. Tanto las acusaciones de Marta como de Juan tenían como consecuencia evadir el problema, salir huyendo cuando éste se presentaba (ver la tabla 1). Sin embargo, a largo plazo estos comportamientos suelen tener como consecuencia -y este fue el caso con Marta y Juan- la disminución de sentimientos de unión, de amor, etc.
Análisis de la situación.
Problema: Falta de afecto.
Respuesta de Marta: Acusaciones sobre la falta de afecto de Juan.
Respuesta de Juan: Juan responde acusando a Marta de no tener empatía y ser egoísta.
Consecuencias: Ambos se terminan alejándose y dejándose de hablar, lo que puede durar hasta media semana
¿Cómo las técnicas de tolerancia los ayudaron? Debido a la tensión existente entre ellos, se propuso como objetivo aumentar la tolerancia de ambos a los comportamientos que les resultaron molestos o dolorosos. Si bien hay diferentes técnicas para lograr lo anterior, nos enfocaremos en una: reflejar los puntos positivos del comportamiento molesto. Para lograr lo anterior, se les expuso la siguiente metáfora:
Imaginen que la problemática que los queja fuera una tarántula. ¿Qué pasa si reaccionan de forma violenta cuando descubren que ésta sube por su mano? Probablemente ella, la tarántula, reaccione de igual forma. La probabilidad de recibir una picadura por parte de la tarántula aumenta si reacciones violentamente. Ahora imaginen que la tienen en su mano, y que ésta empieza caminar lentamente: pueden sentir sus patitas golpeando lentamente su mano. Es molesto, ¿no? Sin embargo, a pesar de la molestia, no reaccionas de forma violenta. ¿Crees que la tarántula te picará? La probabilidad de recibir una mordedura disminuye, ¿no es así?
La metáfora anterior es importante porque permite ver a la pareja que su forma de responder al problema, tienen consecuencias del mismo tipo. Es decir, si respondemos de forma violenta, probablemente obtendremos violencia de vuelta. Una vez aclarado lo anterior, se les invitó a realizar el siguiente ejercicio reflexivo:
-Marta, imagina lo siguiente: si ambos, tú y Juan, se comportaran de la misma forma, es decir, que ambos dedicaran gran parte de su tiempo en el trabajo, ¿qué consecuencias positivas habría para la relación?
La pregunta tiene como finalidad que en sesión, Marta, en vez de responder de forma punitiva al comportamiento de Juan, responda de forma “empática” y reflexiva. Su respuesta fue la siguiente: “probablemente tendríamos más dinero, podríamos viajar más, tal vez ambos podríamos tener un carro y pagar las deudas de la casa”. Se continuó haciendo el mismo ejercicio con Juan, enfocado en los comportamientos de demanda de afecto por parte de Marta. Su respuesta fue la siguiente: “creo que nos conoceríamos más. Nos conocemos, y mucho. Pero creo que nuestro conocimiento sería más profundo”.
OJO, la finalidad del aumento de tolerancia, no es que ambos sean sumisos. Más bien, lo que se busca es que disminuyan las respuestas “violentas” hacia aquello que molesta a la pareja. En el caso de Marta, que su respuesta acusativa de falta de interés por parte de Juan disminuya, lo que a su vez disminuirá las respuestas de Juan donde éste la acusa de “egoísta”, y viceversa. Este puede ser un paso elemental para lograr una mayor atmósfera de aceptación en la pareja y, a largo plazo, que ambos puedan proponer cambios eficaces en su relación. Recuerda, lector, los cambios que no surjan de la comprensión mutua, corren el riesgo de fracasar a largo plazo.
¡Nos vemos la siguiente semana!
Glosario:
Vilipendio: comportamientos que tienen como finalidad atribuirle al otro la responsabilidad del problema.
Coerción: comportamientos que tienen como finalidad modificar, directa o indirectamente, el comportamiento del otro.
*Cabe aclarar que no hay comportamientos que, a priori, sean difíciles de modificar, aversivos, molestos, etc. Si bien en nuestros días abundan listas donde se exponen comportamientos “tóxicos”, esto, más que producto de un análisis del comportamiento en pareja, es un adjetivo de carácter “moral”. Sobre esto, sin embargo, hablaremos en entradas posteriores. Por otro lado, hay comportamientos que son difíciles de modificar. No obstante, esto no se debe a la falta de voluntad del individuo, o a la indiferencia de éste, sino a su historia de aprendizaje.
Si yo fuese Dios
y tuviese el secreto
haría
un ser exacto a ti
Ángel Gónzalez, Me basta así, En Palabra sobre palabra.
Escrito por: Psic. Rodrigo Gómez /Centro de Atención Psicológica Wandelethos
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